lunes, 5 de julio de 2010

Un patron repetido incontables veces en el transcurso de mi vida... es ese que dictamina inconscientemente que no existe la felicidad extrema, eterna, por que llegado a un peak, la balanza se equilibra y de golpe llega todo lo malo. Es extraño, si, no obstante suele llegar un minuto en el que ciertas cosas recobran la importancia que perdieron al estar en un estado... "ciego" de felicidad. Ciertos temas que deben conversarse... zanjarse. Relaciones que hay que terminar. O seguir con ellas. Llegar a un concenso. Pensar, imaginar, soñar. Pero siempre con ambos pies firmes, pegados a la realidad. Pragmatico. Practico. Insensible. Frio. Epitetos que a simple vista se ven dañinos, corrosivos y casi hirientes. Pero al pensarlo bien, son casi dones... ya que el dolor de una perdida, o de una desilucion es algo que te arrastra y te hunde hasta que no puedas respirar... un dolor que presiona tu pecho, haciendote perder todo rastro de ti mismo, de lo que alguna vez fuiste o tuviste... Un dolor que se anestesia a medida que la frialdad en el corazon aumenta. Yo me considero una persona fria, ya que a pesar de ser irrevocablemente sensible, hay ciertas cosas que no me afectan. La muerte, por ejemplo. O la perdida de un ser amado. Es que soy un ser complicado, en lo mas profundo. Intenso. Lo que me ha tocado vivir de alguna forma me ha curtido, hasta el extremo de llegar a ser casi egoista. El pensar tan solo en mi y en mis beneficios personales se ha vuelto un mal habito, sin embargo es lo unico que me queda para evitar el sufrimiento. Una burda excusa, nada mas... pero es lo unico que puedo decir en mi defensa. El yo. Yo. Yo me quiero. Yo me importo. Y en mi yo solo hay espacio para una persona mas: ella. Yo la quiero. A mi me importa. Ella. Pero he aqui el dolor. El problema, y la razon coyuntural por la cual escribo esto, luego de estos dias perfectos junto a ella. Ella me hablo. Me hablo sobre nosotros. Sobre mi. Sobre ella. Y sin embargo al escuchar sus palabras, una amargura supina invadio mi boca. Y como una gran paradoja, de aquellas que rozan la hipocrecia, la forma mas ironica de mostrarle mi dolor era... sonreir. Entregarle la mejor de mis sonrisas, para que no le cupiese duda: yo la quiero. Si puedo tragarme todo mi orgullo, mi soberbia, mi ego, mi narcisismo, es por ella. Porque cada uno de los segundos que paso junto a ella es un tesoro invaluable. Porque cada vez que veo el resplandor de sus ojos, el tono carmesi de sus labios, el brillo de su cabello, me invade un sentimiento tan regocijante... que no tiene que ver conmigo, sino con ella. Porque considero bendito cada latido en su pecho, cada suspiro que se desliza fuera de sus labios. Aquellos labios, que me honran al hacer emerger palabras unica y exclusivamente dirigidas a mi. A mi, que no soy nadie para ella. A mi. A mi... Soy de esos que no necesitan a nadie para vivir. Soy de esos que, si se enamoraron, fue en consideracion a ellos mismos, aferrandose a su conducta narcisista, corrompiendo su corazon hasta el punto de dejar ir... porque simplemente no pueden seguir sosteniendo una relacion inestable. Insegura. Isensato. Si, soy insensato. Quizas hasta a veces sea un poco inmaduro. Tonto. Definitivamente soy tonto.

Todos somos tontos en el amor.

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